El periódico coruñés dedica un amplio reportaje a nuestra cantante gallega más universal, Luz Casal ante su enfermedad. Aquí la incluimos.
Corunna's newspaper devotes a wide report on our most universal Galician singer, Luz Casal due to her illness. We include it here in Spanish.
DE NUEVO LA BATALLA.
[La Voz de Galicia. 23-05-2010]
El pasado domingo, Luz Casal recibía un homenaje de sus paisanos de Boimorto. En las imágenes aparecía feliz. Al día siguiente comunicó que volvía a sufrir cáncer de pecho.
El pasado domingo, Luz Casal recibía un homenaje de sus paisanos de Boimorto. En las imágenes aparecía feliz. Al día siguiente comunicó que volvía a sufrir cáncer de pecho.
El entorno no guarda silencio, sino respeto. Además, Luz es mucha voz como para dejársela en otras manos: «Me dirijo a vosotros para deciros que en mi última revisión me han detectado un cáncer en el otro seno, mis doctores han decidido operarme, por lo que hemos aplazado nuestras citas más inmediatas. Os informaremos lo antes posible. Sé que cuento con vuestro cariño y paciencia, estoy en buenas manos y esto es solo una cornada de la que saldré pronto». Así, y a través de su web, comunicó Luz Casal a sus fans y seguidores la noticia que nadie esperaba.
La historia se repite y la ventaja es que ya se sabe qué pasos se han de tomar con inmediatez. Desde Limac, su oficina de representación, y una de las de mayor solvencia y profesionalidad de este país, confirman esa sana discreción: «Lo siento, pero no se van hacer ningún tipo de declaraciones al respecto. Luz irá informando en su página web. Gracias por el interés mostrado», ha señalado uno de los portavoces de esta empresa.
Hace tres años, Luz Casal ya superó con éxito un cáncer y así ha de ser en este segundo asalto contra la misma enfermedad. Y así ha de ser porque, de nuevo, la más universal de los artistas musicales gallegos, lo afronta con valentía, transparencia y entereza, y porque las expectativas que surgen de su detección en una revisión se antojan como la mejor posibilidad de que haya sido descubierto a tiempo.
Lo escueto del comunicado indica, por otra parte, que no va a haber seguimiento informativo más allá de lo que ella, desde su página en Internet, comunique cuando haya algo de qué informar. Es decir, una confirmación de que la sobriedad artística de Luz también se reproduce en su vida y entorno privados.
Pero resulta que en los últimos meses, semanas y días la presencia mediática de la cantante nacida en Boimorto (A Coruña), pero también con profundas raíces asturianas, se multiplicó en forma de buenas noticias, reconocimientos y actos oficiales que no hacían sino corroborar la inmensidad de una carrera artística forjada a base de ese esfuerzo que solo se reedita en el escenario. En ese registro solo reservado a los genios.
La voz personal, la autenticidad artística, el dominio de registros dispares en la interpretación y el estilo indiscutible de la gallega han servido ahora para esos premios, pero, no menos importante, para enlazar una trayectoria que la sitúa a la altura de las grandes voces españolas de los siglos XX y XXI. Solo así se puede entender que haya sido acreedora de galardones de tanta trascendencia, que van más allá de lo artístico para situarse en la vida pública de un país como Francia. Su carrera ha sido reconocida con la medalla de la Orden de las Artes y las Letras que concede el Ministerio de Cultura galo, que recibió en diciembre del año pasado. Y lo acogió con naturalidad y una relatividad que se ve que aplica incluso en los momentos más importantes de su vida. Al respecto, afirmaba a La Voz: «Estaba preparada para recibirla, pero cuando he visto a mi familia lloriqueando me he dicho: ?¡Qué pasada!?».
Y, evidentemente, lo era. Aunque, acerca de esa fortuna de ser tan querida allí, institucionalizada por Francia en forma de reconocimiento, Luz Casal sí llegaba a analizar el acontecimiento. Algo de suerte o casualidad, aunque la verdad la explicaba ella misma: «También llevo desde el año 91 viniendo aquí y haciendo muchos conciertos y dedicando mucho tiempo a este país, así que tampoco es que me haya tocado la lotería, vaya. En cualquier caso, para que te toque la lotería tienes que jugar», señalaba.
Sus inicios roqueros
Y es que lo de Luz Casal nunca ha sido llegar y besar el santo, aunque en su carrera haya besado a muchos en forma de éxitos. Y todo desde esos inicios de preeminencia roquera, detrás de los que se escondía una cantante mayúscula capaz de afrontar estilos y géneros en los que la música cobra un valor multidisciplinar solo al alcance de los elegidos.
Pero, entre todas estas virtudes artísticas, el destino quiso que más allá de sus próximos todos conociéramos su grandeza humana a la hora afrontar su enfermedad a partir de la palabra cáncer. Así, de hecho, Luz Casal declaraba a La Voz, acerca de su incursiones discográficas a partir de haber superado un primer cáncer, que su incorporación al trabajo «fue bastante cómoda. He extraído cosas positivas de esta enfermedad, como el presente disco y la gira que realizaré, y además otro álbum que tendré listo para el año que viene. Podría decirte que este disco es, de alguna forma, fruto de la enfermedad».
Quién sabe si habrá ciencias exactas sobre las terapias y las reacciones de los pacientes, pero lo que no arroja ni una sola duda es la fuerza de Luz. Y es que esa fuerza se antoja hasta clarividente en la prevención de posibles traiciones del destino. De esta manera, y no otra, se puede entender, tal y como ha explicado la artista, que se plantee tanto el presente, lo cotidiano, como el insondable futuro, de forma que opina: «No deja de ser una experiencia que revertirá o que ya ha alcanzado pequeñas cotas en este disco. Pero, vamos, me lo he tomado con la misma naturalidad que si hubiese pasado una gripe. Un poco fuerte, eso sí, pero ya está. Es un episodio pasado. No sé si la enfermedad volverá a aparecer, espero que no, pero? sin drama», explicaba a La Voz, en una entrevista de Ana Rodríguez.
Nuevos tiempos
Lo nuevo de estos tiempos de Luz Casal, una artista que nunca se ha prodigado en los saraos ni practicado el ventajismo de la fama, es el cariño que recoge allá por donde va. No es que antes no le ocurriera, pero es que ahora es todo un suceso de cariño por aclamación.
Porque si, desde hace tiempo, se ha podido decir, con todo rigor: he aquí la más francesa (tierra en donde la adoran) de los artistas españoles sin perder un ápice de identidad, por fin en su casa, en España, su figura se ha agrandado aún más. Como ocurre cuando se sumerge en géneros musicales clásicos, que bien había apuntado como posibilidad en sus participaciones, por ejemplo, en el cine de Almodóvar. En ese contexto, con la canción Piensa en mi, marcó un hito, porque elevó un corte musical de un filme a la categoría de éxito y se situó a la altura de otras voces universales, como podría ser la de Chavela Vargas.
Pero Luz no se detuvo. Y en sus siguientes proyectos discográficos abundó tanto en su creación personal como en el tributo y la revisitación de grandes canciones que cuando ella interpreta pasan a ser tan suyas como la versión original de quien las interpretara. Y, aún más, en muchos casos, aunque ella lo niegue, por modestia, mejorándolas.
Por eso no extraña que sea reclamada en foros internacionales y en escenarios de la historia de la música universal que rezuman mística. Es más, esta gira suspendida temporalmente tenía una cita inmediata en Estambul, esta semana, a donde llegaría con sus canciones, su timidez y su fuerza natural sobre el escenario, en un concierto programado para la cercana fecha del pasado 18 de mayo. En semanas anteriores sí actuó en su querido París, en concreto en el Olympia, en donde las crónicas cuentan, y de ello se hace eco su propia web, que «Luz Casal hizo temblar el Olympia».
El resto, por cercano y mediático, no hace sino corroborar todo lo anterior. Como premios que confirman su portentosa carrera, y que ella, seguro, recibe con agrado, pero no tanto como cuando se produce el encantamiento de minutos de aplausos que suscita a su paso por los escenarios.
Y, como una canción que ella menciona, lo mejor de Luz es que sabe regresar, o simplemente es que conserva los sabores de su tierra, que es su pasado, con una fórmula infalible tal como es la de rescatar y comprar su casa familiar en Boimorto. Por eso, explica: «Como dice la canción Vengo del norte, "hacia el norte me iré cuando sienta que ya va llegando la hora". Galicia tira, claro. Hay ciertas cosas que son ineludibles, que tienen que ver con la esencia de uno mismo. Personalmente, no me gusta sacar las banderas para demostrar al prójimo lo que soy o lo que siento, pero si tu origen es ese y si tus raíces son esas, pues ya está, no puedes prescindir de ellas. Se es o no se es». Y una vez más demuestra que su vida pública, de artista, no quiere decir que haya que recurrir a gestos de cara a la galería, sino a la verdad como puños, como es la que impone cuando canta.
Puede que ella, cuando en esta semana intensa y emotiva recibió la medalla de San Isidro, en Madrid, junto a Antonio López, entre otros, o un día después el título de filla predilecta de Boimorto, que la llevaría a la nostalgia de la niñez, ya velaba armas para enfrentarse de cara a un capítulo más de una palabra que no esquiva, sino que afronta como un paréntesis en el que ella tiene el valor y la fuerza para que, esta vez, sí, quede desterrada de su vida.
La historia se repite y la ventaja es que ya se sabe qué pasos se han de tomar con inmediatez. Desde Limac, su oficina de representación, y una de las de mayor solvencia y profesionalidad de este país, confirman esa sana discreción: «Lo siento, pero no se van hacer ningún tipo de declaraciones al respecto. Luz irá informando en su página web. Gracias por el interés mostrado», ha señalado uno de los portavoces de esta empresa.
Hace tres años, Luz Casal ya superó con éxito un cáncer y así ha de ser en este segundo asalto contra la misma enfermedad. Y así ha de ser porque, de nuevo, la más universal de los artistas musicales gallegos, lo afronta con valentía, transparencia y entereza, y porque las expectativas que surgen de su detección en una revisión se antojan como la mejor posibilidad de que haya sido descubierto a tiempo.
Lo escueto del comunicado indica, por otra parte, que no va a haber seguimiento informativo más allá de lo que ella, desde su página en Internet, comunique cuando haya algo de qué informar. Es decir, una confirmación de que la sobriedad artística de Luz también se reproduce en su vida y entorno privados.
Pero resulta que en los últimos meses, semanas y días la presencia mediática de la cantante nacida en Boimorto (A Coruña), pero también con profundas raíces asturianas, se multiplicó en forma de buenas noticias, reconocimientos y actos oficiales que no hacían sino corroborar la inmensidad de una carrera artística forjada a base de ese esfuerzo que solo se reedita en el escenario. En ese registro solo reservado a los genios.
La voz personal, la autenticidad artística, el dominio de registros dispares en la interpretación y el estilo indiscutible de la gallega han servido ahora para esos premios, pero, no menos importante, para enlazar una trayectoria que la sitúa a la altura de las grandes voces españolas de los siglos XX y XXI. Solo así se puede entender que haya sido acreedora de galardones de tanta trascendencia, que van más allá de lo artístico para situarse en la vida pública de un país como Francia. Su carrera ha sido reconocida con la medalla de la Orden de las Artes y las Letras que concede el Ministerio de Cultura galo, que recibió en diciembre del año pasado. Y lo acogió con naturalidad y una relatividad que se ve que aplica incluso en los momentos más importantes de su vida. Al respecto, afirmaba a La Voz: «Estaba preparada para recibirla, pero cuando he visto a mi familia lloriqueando me he dicho: ?¡Qué pasada!?».
Y, evidentemente, lo era. Aunque, acerca de esa fortuna de ser tan querida allí, institucionalizada por Francia en forma de reconocimiento, Luz Casal sí llegaba a analizar el acontecimiento. Algo de suerte o casualidad, aunque la verdad la explicaba ella misma: «También llevo desde el año 91 viniendo aquí y haciendo muchos conciertos y dedicando mucho tiempo a este país, así que tampoco es que me haya tocado la lotería, vaya. En cualquier caso, para que te toque la lotería tienes que jugar», señalaba.
Sus inicios roqueros
Y es que lo de Luz Casal nunca ha sido llegar y besar el santo, aunque en su carrera haya besado a muchos en forma de éxitos. Y todo desde esos inicios de preeminencia roquera, detrás de los que se escondía una cantante mayúscula capaz de afrontar estilos y géneros en los que la música cobra un valor multidisciplinar solo al alcance de los elegidos.
Pero, entre todas estas virtudes artísticas, el destino quiso que más allá de sus próximos todos conociéramos su grandeza humana a la hora afrontar su enfermedad a partir de la palabra cáncer. Así, de hecho, Luz Casal declaraba a La Voz, acerca de su incursiones discográficas a partir de haber superado un primer cáncer, que su incorporación al trabajo «fue bastante cómoda. He extraído cosas positivas de esta enfermedad, como el presente disco y la gira que realizaré, y además otro álbum que tendré listo para el año que viene. Podría decirte que este disco es, de alguna forma, fruto de la enfermedad».
Quién sabe si habrá ciencias exactas sobre las terapias y las reacciones de los pacientes, pero lo que no arroja ni una sola duda es la fuerza de Luz. Y es que esa fuerza se antoja hasta clarividente en la prevención de posibles traiciones del destino. De esta manera, y no otra, se puede entender, tal y como ha explicado la artista, que se plantee tanto el presente, lo cotidiano, como el insondable futuro, de forma que opina: «No deja de ser una experiencia que revertirá o que ya ha alcanzado pequeñas cotas en este disco. Pero, vamos, me lo he tomado con la misma naturalidad que si hubiese pasado una gripe. Un poco fuerte, eso sí, pero ya está. Es un episodio pasado. No sé si la enfermedad volverá a aparecer, espero que no, pero? sin drama», explicaba a La Voz, en una entrevista de Ana Rodríguez.
Nuevos tiempos
Lo nuevo de estos tiempos de Luz Casal, una artista que nunca se ha prodigado en los saraos ni practicado el ventajismo de la fama, es el cariño que recoge allá por donde va. No es que antes no le ocurriera, pero es que ahora es todo un suceso de cariño por aclamación.
Porque si, desde hace tiempo, se ha podido decir, con todo rigor: he aquí la más francesa (tierra en donde la adoran) de los artistas españoles sin perder un ápice de identidad, por fin en su casa, en España, su figura se ha agrandado aún más. Como ocurre cuando se sumerge en géneros musicales clásicos, que bien había apuntado como posibilidad en sus participaciones, por ejemplo, en el cine de Almodóvar. En ese contexto, con la canción Piensa en mi, marcó un hito, porque elevó un corte musical de un filme a la categoría de éxito y se situó a la altura de otras voces universales, como podría ser la de Chavela Vargas.
Pero Luz no se detuvo. Y en sus siguientes proyectos discográficos abundó tanto en su creación personal como en el tributo y la revisitación de grandes canciones que cuando ella interpreta pasan a ser tan suyas como la versión original de quien las interpretara. Y, aún más, en muchos casos, aunque ella lo niegue, por modestia, mejorándolas.
Por eso no extraña que sea reclamada en foros internacionales y en escenarios de la historia de la música universal que rezuman mística. Es más, esta gira suspendida temporalmente tenía una cita inmediata en Estambul, esta semana, a donde llegaría con sus canciones, su timidez y su fuerza natural sobre el escenario, en un concierto programado para la cercana fecha del pasado 18 de mayo. En semanas anteriores sí actuó en su querido París, en concreto en el Olympia, en donde las crónicas cuentan, y de ello se hace eco su propia web, que «Luz Casal hizo temblar el Olympia».
El resto, por cercano y mediático, no hace sino corroborar todo lo anterior. Como premios que confirman su portentosa carrera, y que ella, seguro, recibe con agrado, pero no tanto como cuando se produce el encantamiento de minutos de aplausos que suscita a su paso por los escenarios.
Y, como una canción que ella menciona, lo mejor de Luz es que sabe regresar, o simplemente es que conserva los sabores de su tierra, que es su pasado, con una fórmula infalible tal como es la de rescatar y comprar su casa familiar en Boimorto. Por eso, explica: «Como dice la canción Vengo del norte, "hacia el norte me iré cuando sienta que ya va llegando la hora". Galicia tira, claro. Hay ciertas cosas que son ineludibles, que tienen que ver con la esencia de uno mismo. Personalmente, no me gusta sacar las banderas para demostrar al prójimo lo que soy o lo que siento, pero si tu origen es ese y si tus raíces son esas, pues ya está, no puedes prescindir de ellas. Se es o no se es». Y una vez más demuestra que su vida pública, de artista, no quiere decir que haya que recurrir a gestos de cara a la galería, sino a la verdad como puños, como es la que impone cuando canta.
Puede que ella, cuando en esta semana intensa y emotiva recibió la medalla de San Isidro, en Madrid, junto a Antonio López, entre otros, o un día después el título de filla predilecta de Boimorto, que la llevaría a la nostalgia de la niñez, ya velaba armas para enfrentarse de cara a un capítulo más de una palabra que no esquiva, sino que afronta como un paréntesis en el que ella tiene el valor y la fuerza para que, esta vez, sí, quede desterrada de su vida.
BOIMORTO ESTÁ CON SU PAISANA.
«Hai que tirar polo carro da vida», dicen los vecinos. No dudan de su restablecimiento y de que la artista pronto regresará a la casa familiar que pretende restaurar. Los antepasados de Luz eran arrieros y labradores que ya cantaban por los caminos antes de emigrar.
En Boimorto ya están impacientes por el regreso de su filla predilecta Luz Casal. La próxima vez seguramente le darán un abrazo aún mucho más fuerte y sentido del que le tributaron hace una semana. Entonces ella prefirió guardarse la noticia de su recaída para que el reencuentro con sus primos, los Casal y los de la casa do Quinto, con todo Boimorto en general, fuese lo más alegre posible. Para Orros, lugar donde nació y que abandonó en brazos de sus padres camino de Asturias, Luz tiene importantes proyectos.
Por Andabao, Aresa, Arceo, Arentía, las tierras que tiene por cuna, a nadie extraña que Luz haya triunfado como cantante. Ha sido gracias a su esfuerzo pero también por el valor del cantare en su familia. «Os Casales eran moi cantadores pero as rapazas do Campo, as fillas do Quinto, tamén cantaban. A súa tía Virtudes era a que mellor cantaba, pero tamén á súa nai Matilde e á xemelga Maruxa daba gloria oílas. Miña nai só as distinguía polo cantar», recuerda María Bugallo Sánchez, María do Campo. Esta octogenaria es de los muchos parientes de Mari Luz, como la llama, y fue la encargada de entregarle en nombre del pueblo un carballo, para que lo plantase en la finca familiar, y un xugo.
Este último obsequio tiene su explicación, porque en la casa materna el abuelo era carretero. «Era o tractor que había, e sacaba a madeira dos montes cos bois. Pola tardiña, cando carrexaba auga para o gando, tamén cantaba polos camiños», completa María. El oficio de arrieiro lo continuó un tiempo otro tío de Luz, como recuerda Antonio de Felpete, aunque a la mayoría de las familias se las llevó la emigración entre finales de los años cincuenta y principios de los sesenta hacia Francia y Alemania, a las minas de Asturias y Huesca o a trabajar a Barcelona o Bilbao. Algunos de los Casal regresaron el domingo de la ciudad vasca expresamente para compartir el homenaje a Luz, que coincidió con la fiesta del patrón, San Isidro. Una segunda oleada de emigración vaciaría Boimorto en dirección a Ferrol, al abrir Astano, a finales de los sesenta, como atestiguan en uno de los bares de la zona, el de Pili. Luz, que a pesar de conquistar Francia con su arte, presume de mujer de aldea, se despidió el domingo de sus paisanos y familiares en ese medio gallego y medio castellano que habla: «Moita salud para todos».
Por Andabao, Aresa, Arceo, Arentía, las tierras que tiene por cuna, a nadie extraña que Luz haya triunfado como cantante. Ha sido gracias a su esfuerzo pero también por el valor del cantare en su familia. «Os Casales eran moi cantadores pero as rapazas do Campo, as fillas do Quinto, tamén cantaban. A súa tía Virtudes era a que mellor cantaba, pero tamén á súa nai Matilde e á xemelga Maruxa daba gloria oílas. Miña nai só as distinguía polo cantar», recuerda María Bugallo Sánchez, María do Campo. Esta octogenaria es de los muchos parientes de Mari Luz, como la llama, y fue la encargada de entregarle en nombre del pueblo un carballo, para que lo plantase en la finca familiar, y un xugo.
Este último obsequio tiene su explicación, porque en la casa materna el abuelo era carretero. «Era o tractor que había, e sacaba a madeira dos montes cos bois. Pola tardiña, cando carrexaba auga para o gando, tamén cantaba polos camiños», completa María. El oficio de arrieiro lo continuó un tiempo otro tío de Luz, como recuerda Antonio de Felpete, aunque a la mayoría de las familias se las llevó la emigración entre finales de los años cincuenta y principios de los sesenta hacia Francia y Alemania, a las minas de Asturias y Huesca o a trabajar a Barcelona o Bilbao. Algunos de los Casal regresaron el domingo de la ciudad vasca expresamente para compartir el homenaje a Luz, que coincidió con la fiesta del patrón, San Isidro. Una segunda oleada de emigración vaciaría Boimorto en dirección a Ferrol, al abrir Astano, a finales de los sesenta, como atestiguan en uno de los bares de la zona, el de Pili. Luz, que a pesar de conquistar Francia con su arte, presume de mujer de aldea, se despidió el domingo de sus paisanos y familiares en ese medio gallego y medio castellano que habla: «Moita salud para todos».
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