Así que empiezas a escribir antes de trabajar con Suso Sáiz.
Sí. Bueno, nos encontramos en una cena y quedamos en que yo iba a empezar a escribir. Me fui en verano, y cuando me llamó le dije que estaba escribiendo como una loca. A la vuelta ya tenía ocho canciones, que se han grabado todas. Las siguientes las hicimos juntos, y otras nos las hemos llegado a grabar, porque no había tiempo o presupuesto. Quizá para más adelante.
¿Qué sale cuando empiezas a escribir?
Yo estaba al lado del mar, que para mí es muy importante, cada vez me gusta más estar fuera del ambiente urbano, me siento mucho mejor. La primera fue 'La luna de Pil', que luego se nos atravesó muchísimo, era muy folkie, pero la llevamos a un terreno distinto y nos perdimos, estuvimos a punto de no grabarla. Habla de sueños, pero con un cierto grado de realidad. Empecé por ahí, y poco a poco iba escribiendo notas en un cuadernillo. Madrugaba mucho en aquella época, y aprovechaba esas horas de la noche y del amanecer, y me resultó muy fácil empezar a escribir y a contar.
La vida es el hilo conductor del disco, ¿no?
Creo que sí. Habla de la vida, de que pasan los años, y las cosas no son como las veías de joven, y te van dando por todos lados, a mí y a todos. Vivir solo, aprender a andar por mi vida. No sabía andar sola por la vida, pero creo que he aprendido. Cuanto más sabes, más agujeros encuentras, y más charcos vas pisando, y vuelves a caer en lo mismo. Te pegas contra todo, te vienen muchas ausencias.
El mensaje es realista, pero el tono sí es optimista.
Es el lado más real, pero el toque del disco es optimista, siempre hay un clavo al que agarrarte y una ventana por la que esperar. Yo creí que se iba a recibir como un disco muy crudo, muy áspero. Les pedía que dulcificaran al máximo la guitarra. A la hora de cantar, algunas me costaban, porque me emocionaba mucho cantarlas, y esa emoción se nota.
El contraste ha hecho que salgan letras difíciles pero transmitidas con un tono relajante: hay cosas duras, pero se puede seguir caminando.
Eso es lo que quería. Al principio, mis hijas me decían que había mucha tristeza. Me compusieron una canción graciosísima, en la que decían que no todo es horroroso, era una canción genial, divina, compuesta deprisa y corriendo… La gente joven a veces no ve con tu mirada. Pero ha pasado tiempo, las han escuchado más y empiezan a verlas desde el otro lado. No te puedes quedar con el texto literal, tienes que leer entre líneas. No es como Jorge Drexler, que lo cuenta todo (risas). Intento ser lo más escueta posible.
Después de componerlas a solas con la guitarra, ¿te fuiste a trabajar con Suso?
Sí, me fui a su casa, y empezamos a trabajar. Metíamos un puente, cambiábamos la estructura. Algunas quedaron bastante parecidas. Me entró el pánico, me entró la sensación de que ya no iba a cantar más, con estas cuerdas llenas de tabaco. Él decía que me sería más sencillo cantar en un estudio de grabación, y tenía razón. Nos metimos al estudio y todo fue muy sencillo: a guitarra y voz, con una línea de bajo y voz… Una la grabé con un bombo y un plato, nunca había grabado tan vacío. Las canciones han cambiado bastante en ese sentido, una guitarra o una batería cambian mucho, pero al final prácticamente todo ha servido. Y está el toque mágico de Suso.
Así que la idea era acompañar a la voz, sin ahogarla…
Absolutamente. Siempre pensamos que tenía que ser un disco muy sencillo, no llenar por llenar. Con los coros soy un desastre, ahí sí me parece que ha habido un trabajo fantástico. Le costó, las canciones desnudas no eran fáciles de arropar, eran mucho más crudas.
Hablando de Suso, empezaste a trabajar con él en la época de Esclarecidos. Tú has estado alejada de la música quince años, pero él no se ha apartado. ¿Cómo ha sido ese reencuentro musical?
Ha sido todo para bien. Nos conocimos al principio de Esclarecidos, él iba de forma independiente, con proyectos vanguardistas. A lo mejor coincidíamos alguna vez, y nos acompañaba en los directos. La primera vez que trabajamos juntos fue en el disco “Dragón negro”, hizo la producción y fue espléndida. Con 'La fuerza de los débiles' se implicó mucho más, y luego Lliso fue un proyecto divertidísimo. Es una persona riquísima, desde el punto de vista profesional y humano. Para mí es muy fácil trabajar con él. Es una persona muy crítica, no porque te quiera mucho va a dejar de decirte que algo es un horror. Esta vez hemos sido espectacularmente francos. Quizá nos ha costado un poco más con Emilio (Sáiz). La gente joven tiene muchos más prejuicios que los mayores, y hemos discutido muchísimo pero lo hemos pasado muy bien. Me parto con Emilio, es radical y es genial, un artista fantástico.
¿Cuándo terminasteis de grabar el disco?
En noviembre del año pasado, pero tardamos más en las mezclas. No había prisa, era un acto absolutamente libre. No sentías esa presión de otras veces, Warner se ha portado de cine. Era un proyecto independiente, luego pides ayuda porque si no es imposible, no puedes tener a la gente trabajando por amor al arte. Una cosa es que lo haga yo, y otra que no pagues a la gente que tiene que vivir de esto. Es un disco libre en todos los sentidos.
Pero las letras son bastante anteriores, de 2009 y 2010.
Sí, tuvimos un problema informático con el disco duro de Suso y se nos perdió todo. Emilio se fue a vivir a Barcelona, habíamos grabado muchas cosas en directo, y hubo muchas guitarras de Emilio que no pudimos rescatar. Volvimos a empezar prácticamente de cero.
Tu voz suena muy cálida, ¿sientes que ha cambiado mucho?
Ha cambiado muchísimo. Yo cantaba en un tono altísimo, y tenía un timbre mucho más limpio, ahora la tengo más cascada. Lo asumo, lo que no me gusta es no poder hacer con mi voz lo que tengo en la cabeza. En algunos momentos he sentido que no podía dar una nota, y tenía que buscar otra forma de llegar al mismo sitio. Es curioso, he dejado las voces grabadas en tonos muy graves, pero todas las canciones las he grabado bajito. He compuesto en el mismo tono en el que estamos charlando. Se han quedado esos tonos, tonos para cantar bajito. En el estudio te escuchas demasiado bien, y ahí entran las inseguridades. He tenido momentos un poco angustiosos en ese sentido.
¿Ahora te sientes más cómoda?
Me siento comodísima, las voces suenan reales, como yo soy y casi seguro las he querido cantar. Los primeros días fueron duros. A mí eso nunca me había pasado, yo cogía un micrófono y me ponía a cantar, me daba igual si era en directo o no. Ahora a veces me da la sensación de que no llego, no puedo cantar, pero estoy muy contenta de haberlo hecho.
Cuesta más, pero el reto merece la pena.
Sí, estoy muy satisfecha. Fue una especie de ventolera, y cuando te quieres dar cuenta te has comprometido a grabar un disco. Y luego tenía que seguir, ¿cómo iba a abandonar?
Hay dos letras de tu marido, Alfonso Pérez, y una de ellas, 'Viernes', es la más diferente del disco…
Sí que lo es. La letra es la manera de contar de Alfonso, me encantó desde el primer momento. Es una letra muy cotidiana, que cuenta muchas cosas de nosotros. Por otro lado, es especialmente optimista.
Y con un deje americano.
Sí, siempre me ha chiflado hacerlo, hacía mucho que no lo hacía, desde 'Un huevo frito quiero tomar', desde aquella canción de Lliso, o 'Suerte' con Esclarecidos, no lo había vuelto a hacer. Me encanta hacer esas voces medio irreales, y aquí me he cortado muchísimo, está cantada como un guiño. Debía cerrar el disco, dejar con un buen sabor de boca.
¿Qué escuchabas cuando madurabas el disco?
De todo, desde cosas tristísimas, como Antony and The Johnsons, que se convirtió en mi disco del verano, a Josh Rouse. He escrito mucho a Neil Young, a Dylan, que les tenía abandonados… He escuchado a Costello, no había nadie que hiciera melodías como Costello. Me interesaban las vidas tortuosas. Muy variado.
¿Váis a presentarlo en directo?
Espero que sí. Tenemos una presentación acústica en Fnac, el 27 de junio. Si tiene una mínima repercusión nos gustaría preparar algo para octubre. En principio iríamos Suso, Emilio y yo, y si hay un mínimo presupuesto, me encantaría que viniese Pachi (Alis), me parece un personaje riquísimo. También podríamos tocar algo de Lliso, Esclarecidos… Yo encuentro muchos puntos en común con aquella época.
¿Crees que alguien te veía otra vez en la senda de la electrónica?
Nacho, de Esclarecidos, esperaba que fuera mucho más arriesgada otra vez, pero lo escuchó y le gustó.
¿Se camina bien en solitario?
Yo estoy caminando muy bien en solitario, pero no es del todo cierto: estoy arropadísima.
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