Texas actuó anoche en la sala La Riviera en Madrid y RollingStone.es y eldiario.es lo comentan.
Texas performed at La Riviera, Madrid last night and RollingStone.es and eldiario.es review it.
[RollingStone]
Texas en Madrid: haciendo de la nostalgia virtud
El perenne atractivo de Sharleen Spiteri canaliza un concierto en el que la banda escocesa repasó éxitos acumulados durante los últimos 25 años, sin olvidarse de presentar su más reciente álbum, ‘The Conversation’. Por David Gallardo
Concierto: Texas en La Riviera. Madrid
Fecha: 9 de octubre de 2013
Asistencia: 2.000 personas
Como el combatiente de guerra que regresa a casa cuando ya solo le esperaba el más paciente y estoico de sus valedores. Así se ha presentado Sharleen Spiteri al frente de Texas este miércoles en Madrid, ocho años después de su último concierto en la capital y 16 años después de su último recital en este mismo recinto siempre humedecido por las brumas del río Manzanares.
Ante un público en su mayoría madurito y talludito de ese que se apunta a cualquier afterwork sin despojarse de sus trajes, de sus corbatas, de sus jerseys al cuello, de sus zapatos lustrosos, la banda escocesa ha arrancado en la capital su nueva gira europea, que tiene como excusa la presentación de su reciente álbum The Conversation, así como la celebración de su 25 aniversario, cinco lustros después de su debut en 1988 con un concierto en la Universidad de Dundee, y en el que ninguno de nosotros estuvimos.
El paso del tiempo parece ser una constante, por tanto, a la hora de referirse a un grupo que regresa tras un largo hiato (con maternidades y enfermedades varias superadas que no vienen al caso) derrochando ilusión, optimismo, elegancia y confianza en sus propias posibilidades gracias a canciones como Detroit City, Halo e In Our Lifetime, brillante apertura de una velada ya de por sí ganadora.
Y es que si una cosa debe quedar clara es que Texas no cumplen años y su público tampoco. El tiempo pasa para los demás, que son los otros, pero no para (la guapérrima) Sharleen, aunque se atreva con temas tan tediosos como If this is real, el poco acertado intento de encontrar no se sabe muy bien qué melodía, que queda compensado con la medianía asequible de When we are together, que por algún motivo es recibida como un himno de estadio. En este páramo sin pasión relativa aparece Big world,y uno piensa, está bien, pronto el mundo cambiará y Lennon se sentirá necesariamente orgulloso.
Seguro que consciente de que la historia se diluye, la siempre magnética Sharleen recuerda que “it’s been a long long time since the last time" (las fechas ya las hemos recordado), antes de entonar una canción que tampoco ayuda a pensar que el aeroplano va a despegar, pues Dry your tears, melodioso pero escasamente emotivo tema del nuevo álbum compuesto tras “beber unas cuantas botellas de buen vino”, ciertamente genera una parálisis permanentemente preocupante entre el respetable.
Casi sin querer la cuestión se eleva de veras con In demand, seguramente excesivamente coreada, para después adentrase en una loca espiral de karaoke y sálvase quien pueda con Summer son, Say what you want (insuperables minutos) y Black eyed boy (casi insuperables minutos). Momentos claramente álgidos de la velada, pues sería un problema real si te retaran a enfrentarte a estribillos de tal magnitud a sangre fría.
Para colmo de incrédulos, Inner Smile resulta ser un cañonazo a tener en cuenta por un público que poco o nada pregunta, y que prefiere optar por una sonrisa secreta, paciente, tranquila, esa que espera el zarpazo que siempre llega. La relativa locura de Inner smile invita a un bis entregado –a la par que descafeinado– con una revisión country de I don’t want a lover. De alguna manera, un clásico desperdiciado sin motivo por una banda que abiertamente olvida su pasado arenoso para adaptarse a un presente en el que hoy reina repentinamente Johnny Cash.
Y es que no tiene sentido que cuando te has tirado toda la noche jugueteando con el soul-pop de radiofórmula de décadas pretéritas, repentinamente incluyas en el repertorio a Johnny Cash y a su amor imperecededro June Carter, cantando el viejo clásico Jackson (interesante dueto entre Sharleen y el guitarrista Tony McGovern, en cualquier caso). No deja de ser el enésimo guiño de Texas a un pasado del que en realidad quieren escapar (¿dónde están las canciones de Southside y Mothers Heaven, discos olvidados con no pocas camisetas en el coso madrileño?), pues se sienten más cómodos con los sonidos negroides de la motown, el soul blanco para todos los públicos y cualquier propuesta que pudiera sonar en esas radios que acompañan pero no marcan tendencia. Texas se gustan con The Conversation.
Con una última versión de Marvin Gaye y su I heard it through the gravepine, finiquitan hora y media de (rácano) recital. Quizá hubiera sido más acertado mirar a sus muy meritorios propios logros para cerrar por todo lo alto, en lugar de recurrir a clásicos ajenos para completar el minutaje.
[El Diario.es]
Madrid-Texas, pasando por Detroit
Nostálgicos al tren. La última gira europea de Texas, la banda de la incombustible maquinista Sharlene Spiteri, es un expreso que ha arrancado esta noche en Madrid con destino a Detroit, transitando por todos los palos de la música negra, emparentada con el genio y la elegancia musical de estos británicos.
El primer trayecto, realizado sin salirse de La Riviera y con todo el aforo completo, lo ha cubierto la banda de Glasgow en poco más de una hora, con un caro pasaje llamado "The conversation", su nuevo disco y el primero tras ocho años de silencio desde el lanzamiento de "Red book".
"Ha pasado mucho tiempo desde la última vez", ha recordado Spiteri, la auténtica estrella y reclamo de la velada, que publicó dos álbumes en solitario en este tiempo, flanqueada por su querido compañero, el guitarrista Ally McErlaine, recuperado del grave aneurisma que sufrió en 2009 y retrasó aún más la salida del disco.
"Detroit city", la canción que prendió la llama a partir de la cual brotaron el resto de los temas nuevos, ha encendido también hoy el concierto, seguida de los grandes éxitos "Halo" y "Once in a lifetime", ambos con sus características resonancias orientales.
Esa ha sido más o menos la dinámica del show, la alternancia de cortes nuevos con clásicos, recibidos con calor y ganas por ese público más o menos talludito que hace más de tres lustros se dejaban seducir por álbumes como "White on blonde" (1997) o "The Hush" (1999) o, retrotrayéndose aún más lejos, por el seminal "Southside" (1989), que incluía la sugerente "I don't want a lover".
Los rasgos y el look andrógino de Spiteri se han endurecido con el tiempo, no así su voz, que sigue sonando melosa en temas reposados como "If this isn't real", pero también vital y sólida en otros más festivos como en "When we are together", en la línea de aquellos grupos femeninos de la Motown.
"¡Jesus Christ, de puta madre!", gritaba la carismática vocalista, quien, con vis cómica y un talento vocal que permanece incorrupto, ha llevado el concierto de menos a más, de agudos a graves, sobre todo tras "Prayer for you", que ha desbocado el tren entre aplausos.
Ese ha sido solo el primer aviso, porque, después de un receso blues, ha llegado el momento de alimentar máquinas con el combustible que parecía destinado al cierre, empezando por "Summer son", eléctrica y urgente en las guitarras, aunque su carismático arreglo asiático sonara enlatado.
Le ha seguido la que es considerada por muchos como su mejor canción, "Say what you want", claro ejemplo del empuje de Spiteri, que ha aportado al tema el brillo del que carecía en el arranque, estableciendo un fluido diálogo con el público que ganaba enteros al salirse del guión estipulado.
Todavía faltaban por sonar otros dos clásicos, la funky "Black eyed boy" e "Inner smile". A su término, los ensordecedores "oé, oé, oé" lo decían todo del sentir de los asistentes.
A los bises, el expreso de Texas ha enfilado la región estadounidense con la que comparten nombre (en realidad, su alias artístico procede de la película "París, Texas" de Wim Wenders).
En esos lares se han marcado una "I don't want a lover" sorprendente, en clave rockabily, seguida de una versión del tema country "Jackson", de Johnny Cash y June Carter, donde Spiteri era Cash.
Igualmente inesperada ha sido su versión del clásico soul de Marvin Gaye "I heard it through the grapevine", interpretada después de la inevitable canción "The conversation", en una segunda tanda de bises con la que el expreso ha echado el freno, al menos por hoy.
Mañana, la locomotora volverá a circular, esta vez en la sala Razzmatazz de Barcelona, antes de emprender camino hacia más de una treintena de paradas por Europa, con la vista puesta -como siempre- en Detroit.
Javier Herrero
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