LUZ: "HE LLORADO DOS VECES Y CUATRO LÁGRIMAS"Luz: "I'VE CRIED TWICE & FOUR TEARS"Entrevista: / Intreview in Spanish:
Su madre, Matilde, fue una visionaria. El día que la trajo al mundo pareció intuir lo que daría de sí la vida de aquella pequeña niña, a la que bautizó con un nombre que ha hecho honor, como mínimo, a su garganta. Luz, la hija de Casal (Boimorto, 1958) puede gustar o no, pero nadie le discute una capacidad innata para transmitir con su voz, un respeto absoluto a su música y a los que la escuchan y un talento natural para vender cinco millones de copias en su carrera dejándose ver lo menos posible. No ha claudicado demasiado, pero ahora había llegado el momento. A lo largo de sus 25 años de carrera y 11 trabajos, siempre ha estado cerrada en banda a grabar un disco de versiones, a pesar de las peticiones. Lo hizo en 1990 por culpa de Pedro Almodóvar, y no le pudo salir mejor: “Piensa en mí” y “Un año de amor” se convirtieron en dos clásicos de su repertorio y le abrieron las puertas de Francia. Cosas de la vida, 19 años después vuelve a dar su brazo a torcer, pero esta vez ofreciendo “La pasión”, un recorrido por temas desconocidos del folclore latinoamericano, llevados al terreno del bolero más clásico y que se publica justo ahora, que va a recibir la Medallas de las Artes y las Letras de Francia. Allí desde luego están de acuerdo en que, además del premio, tiene bien merecido su nombre.
MUJER HOY. Ha aprovechado el viaje al bolero que hace en su nuevo disco para que salga la Luz más femenina…
LUZ CASAL. La más femenina sí, sin ninguna duda. Durante muchos años me negaba a enseñar las piernas. No porque tenga ningún defecto en ellas sino, quizá, porque me subí tan pequeña al escenario que yo no quería tener el rollo de mujer antes que el de cantante. Entonces, he ido acostumbrándome a eso. Y en la carrera oficial hay tanto tío que me fui acostumbrando a aparecer más machorro que otra cosa. Aunque ni ahora estoy potenciando mi feminidad ni antes ocultándola. Son ciclos…
MH. "Con mil desengaños, nunca podrás pagar el desengaño mío, con mil sufrimientos nunca podrás sufrir lo que he sufrido yo"… ¿Elegir temas potentes, que no fueran muy conocidos y llevarlos a su terreno es casi tan complicado como pensar un disco inédito?
LC. La mayoría no son canciones que tuviera en la memoria y, además, había que tratar de no pasarse en la emoción, porque queda falso. Recuerdo el día que grabé “Te dejé marchar”, se me rompía el cuerpo. Había tomas que decía “tengo que hacer otra canción porque como cante ésta otra vez me tenéis que recoger con un secante”.
MH. Con la insistencia con que le han pedido siempre que se lanzara a hacer un disco de versiones…
LC. No soy de esas personas que detesta tener que cantar una canción que le gusta al resto de la gente. Yo persigo hacer justo eso, canciones que gusten a los demás. Si tengo que cantar, por ejemplo, “Piensa en mí” el resto de mi vida, pues menudo placer… Pero este disco no podía haberlo hecho antes de ahora. Cuando estaba grabando “A contraluz”, en 1990, el productor y yo nos atascamos de tal manera tras seis meses en el estudio que le dije: “¿Sabes que te digo? Que voy a hacer paralelamente otro tipo de canciones”… Y salieron casi espontáneamente “Piensa en mí” y “Un año de amor”, grabadas el 12 de abril de 1991 en apenas ocho horas. No he tenido la necesidad de volver a hacer algo así, hasta que me desperté un día y dije: “Ahora voy a hacer el disco”.
MH. ¿Dónde acude para descubrir canciones antiguas?
LC. A internet, donde una cosa te lleva a la otra, de ahí a un intérprete, y él al compositor, a su país de origen… Y empiezas a descubrir. También por amigos, discos que tenía en casa… pero muchas surgen de la investigación. Lo que pasa es que esta palabra es demasiado, ni que yo fuera física…[risas].
MH. Se trata de un homenaje al bolero muy distinto al que realiza gente como Luis Miguel.
LC. Sí. No seré yo la persona que diga que tal o cual intérprete es una mierda, pero yo lo he intentado, por respeto y porque es una aventura y una decisión, el ir al origen. Es un homenaje clarísimo a un tiempo pasado, a unas canciones que son clásicas, que han pasado todas las vicisitudes de los cambios de gustos y que pertenecen a una historia común.
MH. Dice que ha tardado 19 años en decidirse a hacer este disco. ¿Esto se hace cuando se es consciente de estar de vuelta?
LC. [Risas]. Bueno, yo todavía tengo la sensación de vivir una vida llena de muchas sorpresas. Obviamente, la experiencia sirve para algo, porque sí tengo esa sensación de que he vivido. Tú puedes tener una capacidad interpretativa y una capacidad de observación grandes. Entonces puedes imaginar y construir un papel, esa historia que tú no has vivido. Yo no he vivido ni una décima parte de lo que canto, pero cuando tienes esos dos componentes y el regusto de las cosas vividas, ciertas canciones las cantas con más peso. Y que hasta los músicos de Londres (los de cuerda), que son más secos que la mojama, se pongan a aplaudir después de cada toma… todo influye.
MH. Vamos, que tiene más cicatrices por fuera que por dentro.
LC. Últimamente sí… Igual que los piercings, he tenido varios en estos últimos tiempos…
MH. ¿Ayuda cuando se tiene un mal día saber que alguien la está escuchando en alguna parte del mundo en ese preciso instante?
LC. Claro, yo eso lo aprendí durante la enfermedad. Ha sido una de las cosas más importantes, recibir cada día el testimonio de gente que me decía lo importante que era para su vida y que contara con ellos para cocinero, taxista… Da incluso pudor. La gente es muchísimo más buena de lo que nos creemos.
MH. Lloraría más con esas cosas que por el propio dolor de la enfermedad.
LC. Bueno, la verdad es que lloré muy poco. Dos veces y cuatro lágrimas.
MH. ¿No se considera una persona de lágrima fácil?
LC. No, pero si me emociono muchísimo. De verdad, mucho. Pero no, por ese motivo, con eso no…
MH. No le hablo de la enfermedad, sino de la gente…
LC. Esos testimonios eran como meterme una inyección. Todas las mañanas me leía cartas, cuando estaba justita, cuando atarte un zapato era como una osadía. Y eran verdaderos latigazos de energía. Me emocionaba, pero no lloraba… Un día que me sentí poquita cosa, metida en la cama, se me cayeron dos lagrimillas… Pero me pintaba los labios, en la cama. Cuando ví que había mojado un poquito la almohada me dije: “Venga Mari, esto no es nada”.
MH. ¿Y la medalla de Francia es lo que le faltaba?
LC. Es un pedazo de honor. A mí me gusta que me premien, que quieres que te diga. Me llama la atención porque es una manera de que te aplaudan.
MH. Mejor antes que después…
LC. Para después ya dejaré la ropa, los discos y todo lo que haya acumulado. Permanecerá ahí para el que lo quiera disfrutar o para que los demás lo vean.
MH. La vida le ha dado alegrías y penas, pero no sé si no tener hijos ha sido elección o estamos aquí y no están, sin más…
LC. Ya me he hecho una vida tan dedicada a la música y a lo que está alrededor, que no me veo. ¿Cómo puedes echar de menos lo que ya no puedes arreglar? No me lo puedo imaginar. Si tuviera una necesidad, adoptaría, pero nunca he tenido ese instinto hacia la maternidad. Y eso que me gustan muchísimo los niños, le saco una sonrisa al bebé más reacio.
MH. Porque de haberlo tenido, aquí estarían.
LC. Hubiera buscado cualquier vía para conseguirlo, sí… Y soy hija única, que parece que los hijos únicos buscan lo contrario, una gran familia. No quiero a estas alturas de mi vida pensar que mi vocación me ha acaparado y absorbido hasta ese punto. Eso tendré que verlo cuando pasen unos cuantos años y tenga más la cabeza en el pasado que en el presente.
MUY PERSONAL
• Luz Casal Paz, estudiante de piano, solfeo y ballet, interesada en el canto lírico y la técnica del bel canto, acaba formando parte de un grupo de rock, Los Fannys, con los que actúa por primera vez en público... ante 50 personas.
• Su primer sencillo,“El ascensor”, en 1980, es hoy toda una joya de coleccionismo. Posee un aire reggae como homenaje a Bob Marley.
• Con un disco ya en la calle, realiza en 1983 una gira con Miguel Ríos y Leño por 35 ciudades españolas. Fue todo un éxito y la mejor forma para que la joven Luz Casal se diera a conocer: sobre un escenario.
• En 1991 Almodóvar le abre las puertas de Francia gracias a su colaboración en la banda sonora de “Tacones lejanos”. En el país vecino es considerada prácticamente una diosa, el Olimpia se llena cada vez que acude y ahora recibe la Medalla de las Artes y las Letras. • A finales de los 90 muere su padre, uno de los golpes más duros de su vida, y se retira casi cuatro años hasta publicar un nuevo disco.
• En enero de 2007 es operada de un cáncer de mama, que le ha dado un par de sustos, pero del que parece totalmente recuperada. Aunque es muy celosa de su vida privada, ha compartido la mitad de su existencia con Paco Pérez Briand, periodista musical y toda una institución de la radio española.
UN REPERTORIO INIGUALABLE
"Entre mis recuerdos", "No me importa nada", "Besaré el suelo", "Te dejé marchar", "Rufino"… Si algo tiene Luz Casal son temas clásicos que forman parte de nuestra memoria musical. “A lo largo de tantos años de carrera cada uno tiene su canción. Tengo predilección por "Entre mis recuerdos" porque me hace siempre pensar en mi padre. Entre las más roquerillas tengo "Pedazo de cielo". Mira que tener un buen repertorio era mi mayor preocupación cuando empecé… Cuando hice la gira con Miguel Ríos y Rosendo en 1983 tenía nueve canciones. "¿Y si me piden otra qué hago?", pensaba. Pero he ido puliéndolo. En muchos sitios te piden las mismas, pero las buenas canciones, no te cansas de cantarlas. O al menos a mí me pasa”.